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CRÓNICA ¬ Una brigada de madres busca a sus desaparecidos en la periferia de la CdMx

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Al grito de “¿Por qué los buscamos? ¡Porque solo nosotras los encontramos!”, familiares de personas desaparecidas realizaron la Brigada de Búsqueda en el Ajusco, al sur de la Ciudad de México, con la esperanza de hallar siquiera un indicio que les devuelva a los suyos. La jornada, que duró cinco días, concluyó con el hallazgo de al menos seis restos óseos. Sin embargo, ese no fue el único saldo de la brigada, en la cual, nuevamente mostró lo que muchos aun se niegan a ver: el abandono, el desinterés y la soledad que enfrentan quienes buscan. Y es que, a pesar de los discursos oficiales, las máximas autoridades de búsqueda del país brillaron por su ausencia.

Ciudad de México, 9 de mayo (SinEmbargo).- La faldas del volcán Xitle, en el Ajusco no perdonan. Sus pendientes agrestes, cubiertas de piedra volcánica suelta, raíces enredadas, hoyos de cuevas bajo la maleza y yerba espesa en la que se esconden serpientes y cascabeles, imponen un reto para cualquier caminante sin importar la edad; pero en esa ocasión, quienes recorren ese suelo silvestre no son los senderistas, sino mujeres y hombres que fueron a buscar a sus hijos, a sus hijas. A los que faltan en la Ciudad de México.

En medio del monte, Doña Inés Enriqueta Lázaro avanza con cierta destreza. Ella tiene 68 años. Su cuerpo es menudo, pequeño; no mide más de 1.60 metros y su complexión es delgada. Sobre su espalda, una mochila negra con al menos 10 kilos de carga, en las que lleva herramientas, agua, prendas, y objetos personales. Esa carga es pequeña a comparación con la que lleva su alma: siete años de incertidumbre por la desaparición de su hijo Francisco Lázaro.

Inés Enriqueta forma parte del colectivo Una Luz en el Camino, que durante la semana del 28 de abril al 2 de mayo, encabezó y organizó una nueva brigada de búsqueda en el sur de la Ciudad de México. La brigada de búsqueda que incluyó cinco días de jornada fue realizada por colectivos de búsqueda de personas desaparecidas, algunas autoridades y decenas de voluntarios. Su búsqueda fue realizada como siempre: con mochilas al hombro, picos, palas, asadores y varillas de acero en mano, pero sobre todo, con una voluntad inquebrantable.

Al grito de “¿Por qué los buscamos? ¡Porque solo nosotras los encontramos!”, las familiares caminaron durante horas entre el monte enclavado en el Ajusco, al sur de la Ciudad de México, con la esperanza de hallar siquiera un indicio que les devuelva a los suyos. La jornada de búsqueda concluyó con el hallazgo de al menos seis restos óseos. Sin embargo, ese no fue el único saldo de la brigada, en la cual, nuevamente mostró lo que muchos aun se niegan a ver: el abandono, el desinterés y la soledad que enfrentan quienes buscan. Y es que, a pesar de los discursos oficiales, las máximas autoridades de búsqueda del país brillaron por su ausencia.

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Fuente: Sin Embargo

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