A una semana del impacto de “Otis”, los pobladores de Acapulco no terminan de cuantificar los daños. Mientras avanza el censo y la basura de lo perdido se acumula afuera de las casas, crece la incertidumbre sobre cómo se le hará para recuperar un poco de normalidad.
Acapulco, Guerrero, 2 de noviembre (SinEmbargo).— Margarita, una mujer de más de 60 años, —cada uno de ellos vivido en esta costa— bajó de un taxi que se estacionó frente al que hasta hace una semana era su lugar de trabajo. Se paró de frente al condominio ubicado en Punta Diamante y miró hacia arriba, hasta donde le permitía la vista.
“Ahí donde se asoma esa mesa al balcón, yo trabajaba”, relató. Es la primera vez que se asoma a la zona de trabajo de muchos acapulqueños. Margarita vino a buscar a su “patrón” porque no sabe qué ocurrirá en los próximos días, pero expresó que debe saber qué pasará con el trabajo porque en otra colonia, en el otro extremo de Acapulco, su casa está destruida.
La gente que camina entre vidrios, láminas, montañas de basura, pedazos de palma, postes y colchones está a la espera. Ya pasaron a censarlos para evaluar los daños que provocó el huracán “Otis”, pero la ayuda todavía no llega; en algunas zonas ya pasaron a recoger la basura, pero en otras todavía no, y ahí el olor es fétido y las temperaturas de más de 35 grados no guardan mesura ante la tragedia.

De entre los testimonios recogidos por SinEmbargo hay una coincidencia: nunca se había vivido algo similar.
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Fuente: Sin Embargo