Su día a día trascurre de la habitación al comedor, del comedor a la habitación. Cuanto toca, revisión médica. Casi a diario, llamadas con la familia. Sus lesiones les impiden todavía trabajar y no solo no pueden enviar dinero a sus casas, varios están endeudados con sus traficantes a quienes confiaban empezar a pagar nada más llegar a Estados Unidos y conseguir un empleo.
Por María Verza
CIUDAD DE MÉXICO (AP) — Ocho supervivientes gravemente heridos en el incendio de hace cuatro meses en el centro de detención migratoria de la fronteriza Ciudad Juárez en el que murieron 40 personas viven hoy en una especie de limbo, varados en un hotel de Ciudad de México y sumidos en la incertidumbre mientras se van recuperando y el proceso judicial del caso avanza lentamente.
Su día a día trascurre de la habitación al comedor, del comedor a la habitación. Cuanto toca, revisión médica. Casi a diario, llamadas con la familia. Sus lesiones les impiden todavía trabajar y no solo no pueden enviar dinero a sus casas —principal motivo por el que emigraron— sino que varios están endeudados con sus traficantes a quienes confiaban empezar a pagar nada más llegar a Estados Unidos y conseguir un empleo.
El Instituto Nacional de Migración (INM) costea su estancia en el hotel y los gastos médicos como parte de la asistencia prometida por el gobierno ante el suceso más grave de este tipo ocurrido en México pero la situación es incómoda para las víctimas. Sus abogados lo consideran un conflicto de intereses porque el jefe de Migración y siete de sus funcionarios están procesados penalmente por el letal incendio del 27 de marzo, la mayoría acusados de homicidio.
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Fuente: Sin Embargo